13.9.12

Una escuela francesa lucha contra estereotipos sexistas

Varones que juegan con muñecas y niñas que se divierten con autitos es el nuevo experimento de una escuela infantil francesa de Saint-Ouen, a las puertas de París, para luchar desde la infancia contra los estereotipos sexistas.

La ministra de Igualdad de Oportunidades, Najat Vallaud-Belkacem, y la de Familia, Dominique Bertinotti, visitaron esta escuela piloto -primera y única de Francia- que, siguiendo el ejemplo de Suecia, realiza desde hace tres años un experimento para “favorecer la igualdad de sexos” desde la más tierna edad.

Nada de rosa o celeste, entonces, sobre los armarios escolares, ni afiches de princesas o piratas en las paredes: y tampoco casas de muñecas o minicocinas para alentar futuras amas de casa. “La lucha contra los estereotipos sexuales no es algo que se ve -explicó la directora de la escuela material Bourdarias, Haude Constantin.

No se ve, es un proceso largo y delicado, necesita reflexiones y pequeñas transformaciones. Pero funciona”. También los padres están invitados a contribuir a la formación: se los educa en el significado de “género” y se les explica cuáles son las representaciones culturales vinculadas al sexo y a la relación social entre varones y mujeres.

“Al principio estábamos sorprendidos -explicó Arnaud, un padre de 43 años-, no entendíamos bien qué tenía que ver el sexismo con niños menores de tres años”. “Luego nos dimos cuenta de que nosotros mismos cometíamos clichés: nuestro hijo era un hombrecito, fuerte y valiente. Nunca le habríamos dicho: ‘Eres bonito’”, explicó.

También los educadores tuvieron que aprender a no ceder ante las desigualdades básicas: nada de elogios a los vestiditos de las niñas, y atención con exhortar a los varoncitos a no llorar porque “los duros no derraman lágrimas”.

Desde Suecia llegó una estudiosa de pedagogía para formar al personal a cargo del experimento. Entre las reglas: formular para todos los mismos elogios y, si no lo hacen espontáneamente, exhortar a los niños a jugar con todos los juegos.

“No se trata de forzarlos sino de ofrecerles la posibilidad de elegir. Es sorprendente descubrir que las niñas enloquecen por los talleres de bricolaje, mientras los niños aman los talleres sobre las emociones, un juego para aprender a expresar alegría, tristeza, rabia o miedo”, explicó uno de los educadores.

El objetivo de la experiencia es formar adultos menos violentos y sin estereotipos.

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